Ni ahí ni en ninguna otra revista, pero no por moralismo ni complejos sino porque no encuentro una sola razón válida, una que de verdad valga la pena, como para encuerarse públicamente. Es decir, ¿y uno cómo que gana con eso? Lo digo a raíz del reciente artículo que leí en KienyKe (http://www.kienyke.com/historias/carla-giraldo-no-se-arrepiente-de-nada/) en el que Carla Giraldo dice estar arrepentida de haber mostrado hasta el alma hace unos años en la revista asegurando que, ahora, sólo se desnudaría si una escena de cine así lo ameritara. Primer JA!
Qué pena y que risa me da pero ese es el argumento más pendejo que he oído y que oigo con frecuencia en muchas de nuestras -tan talentosas todas- actrices y modelos. A ver, hay que aceptarlo desde un principio como es. No hay nada de malo en decir que se empelotan porque es la moda, porque salir en SoHo da una especie de estatus social, de garantía de que son lindas, de que están buenas. Y de eso sí que saben nuestras versátiles mujeres (todas, todas son actrices, modelos, presentadoras, periodistas y lo más, más importante, agárrense de las sillas…. empresarias!)
Qué tal Mónica Fonseca. Se encueró cuando dijo que se iba a casar (e hizo reality a lo Jessica Simpson). Luego, como para cubrir el oso de haberse separado menos de un año después del matrimonio, se encueró de nuevo para contar que se separaba! Doble JA! O sea, a mí que me expliquen, ¿acaso no queda uno muy afectado sentimental y emocionalmente después de una ruptura amorosa, dígase más un matrimonio, dígase más en Cartagena, dígase más con 300 invitados, dígase más con prensa nacional, para tener el arrojo de mostrar, de nuevo, sus carnitas públicamente sólo como para decir, estoy bien por dentro porque estoy bien por fuera? De verdad, necesito que alguna mujer me dé un buen argumento que justifique que se lo morboseen a uno, de igual manera, en las asoleadoras de Mesa de Yeguas como en las rimax de cualquier cancha de tejo. Cuando lo pienso (y no sé si es verdad el chisme o no) creo que la más sensata, o al menos la más sincera, ha sido la Grisales cuando dijo: me empeloto cuando me paguen, le pagaron y se empelotó. Al menos lo dejó claro, es un negocio, como quien vende arepas o malteadas adelgazantes. Eso lo entiendo, es como decir dame mi plata, toma lo tuyo. ¿Pero y el resto? ¿A las que no les dan nadita? ¿Las que no pueden encontrar un argumento sólido que justifique sus pezones al aire? Luego de haber reconocido que, además de todo, adornó el artículo con un sartal de mentiras sobre su vida y fantasías sexuales, Carla admite que “cuando llegó a trabajar a México se encontró con que allá las actrices no se desnudan para las revistas”. En sus propias palabras: “Si Ana de la Reguera se hubiera empelotado, pues no sería Ana de la Reguera”. Hoy dice sentirse un poco incómodo, “como si hubiera metido la pata” porque los mexicanos tienen otro concepto de lo que significa ser una estrella. ¡Pues claro! Muchas salen, se embolan, no saben por qué y luego cuando ya no hay nada que hacer -y claramente ni que mostrar- dicen, ay, no, ahora solo lo haría si fuera para cine. Ya pa’ qué. Ya vimos todo. Además, mientras los medios nos sigan alimentando este tipo de imaginarios, muchas de las mujeres normales, como lo somos la mayoría en este país, seguirán esperando con ansias a que SoHo saque otro especial de modelos no modelos para mostrar que también ellas tienen tetas. |
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